La hostelería, uno de los sectores más afectados por la crisis derivada de la pandemia, se enfrenta ahora a una temporada que se prevé mejor que la del año pasado, pero aún con la incertidumbre respecto a la posibilidad de cambios por parte de países emisores en cuanto a la entrada y salida de sus ciudadanos y ciudadanas. Mientras tanto, los hosteleros de nuestro municipio ven cómo cada semana va aumentando la ocupación, pero sin llegar a los números de 2019. Juan Pons, encargado del restaurante Ciro’s en Palmanova, confía en que ésta será una buena temporada y asegura que esta última semana han aumentado los turistas.
Pero menos optimista es Daniel, trabajador de la Cafetería Tony’s en Santa Ponça, que él mismo define que van a “pies de plomo” semana tras semana por el miedo de la variante delta y pone en duda si recuperará el pulso de la temporada turística que les espera, o si por el contrario, el aumento de los contagios frenará la ansiada recuperación económica.
Por su parte, Emilio, dueño del Vieja Viena de Santa Ponça, es partidario de que el Govern alargue la temporada hasta diciembre para así obtener los beneficios perdidos por las restricciones y el retraso en el arranque de la temporada.
A pesar de la previsión de mejorar las cifras de ocupación respecto a 2020, cuando 18 millones de turistas visitaron nuestro país, el sector de la hostelería no espera llegar a los 84 millones de 2019. Por este motivo, algunos establecimientos aún no han abierto sus puertas y otros mantienen aún a parte de su plantilla en ERTE, como nos confirma Daniel Soto, trabajador de Apartamentos Deya en Santa Ponça, que también manifiesta su satisfacción con los índices de ocupación actuales.